domingo, 27 de marzo de 2011

COLABORACIÓN CON SOLERA - El cambio horario (por Juan Leiva)

Esta noche hemos dormido una hora menos. Desde hace años, algunos países decidieron hacer un cambio horario, para equilibrar la distribución de las jornadas laborales. Eso trae como consecuencia que, durante seis meses, se reste una hora de sombras para aumentar la luz del día, con el fin de consumir menos energía eléctrica. A los seis meses, se hace lo contrario, se resta una hora de luz para recuperar la hora perdida y evitar una hora de sombra y luz eléctrica. La medida se adoptó de marzo a septiembre, durante la I Guerra Mundial, para ahorrar energía.
El cambio horario, que se lleva  a cabo el último domingo de marzo a las dos de la madrugada, se adoptó en España en 1974. Actualmente, se cuestiona con argumentos bastante más contundentes que los límites de velocidad, el cambio de bombillas de bajo consumo, el cambio de orden de los apellidos o el de los neumáticos para cuidar la calzada. A primera vista, parece que se trata de no ponerlo todo “patas arriba” y no dejar títere con cabeza. Pero el cambio fue adoptado por la Comunidad Europea de marzo a octubre.
Alegan los defensores del cambio horario que los países que lo ponen en práctica ahorran una cantidad considerable de energía eléctrica, y en consecuencia, de combustible. Pero los contrarios al cambio, aducen que está demostrado que los países que lo ponen en práctica tienen crisis laborales más agudas que los no cambian la hora ni alteran el uso solar. La razón que aducen es que acaba la jornada laboral una hora antes, perjudica al trabajo y fomenta el ocio.
Desde el punto de vista de la salud, está demostrado que con el cambio horario se descansa menos y se trasnocha más. En este sentido, los más perjudicados son los niños, porque tienen más horas de ocio y menos tiempo para los deberes y el descanso nocturno. Ciertamente, los niños deben jugar, pero también trabajar y dormir.
El actual presidente ruso ha anunciado la anulación del cambio horario en su país. Pero en toda la Unión Europea, el cambio de hora es de obligado cumplimiento. Son muchos los detractores de la medida, cuyos resultados económicos ni la propia UE conoce con exactitud, ya que las repercusiones en verano son muy distintas en función de la situación geográfica de los países y muy diferente en cada sector de actividad.
Para nuestros antepasados, la jornada de trabajo era de sol a sol. Como consecuencia, en primavera y verano se trabajaba  más que en otoño e invierno. Eso traía para los jornaleros situaciones injustas, porque en otoño e invierno apenas había trabajo y tenían que sacar el jornal de la rebusca de espárragos, de tagarninas, de cardos y de otras plantas silvestres comestibles. Afortunadamente, los tiempos y las circunstancias han cambiado y se concibe el tiempo como valor que hay que racionalizar

1 comentario:

David dijo...

Yo nunca he entendido lo del cambio horario, siempre han explicado que es para ahorrar energía, pero las horas de luz al cabo del día son las mismas aunque cambiemos las manecillas del reloj. Si por la noche enciendo la luz más tarde por la mañana la tendré que encender más temprano, no?

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