sábado, 2 de abril de 2011

COLABORACIÓN CON SOLERA - Tragedia humana (por Paco Flores)

Según todas las perspectivas se nos dice que todavía no han terminado los recortes sociales aplicados a los trabajadores y pensionistas como consecuencia de la peor crisis económica de la historia contemporánea jamás conocida en nuestro país. A mi juicio, paralelamente a esta preocupante situación que está llevando al extremo de tragedia y de desesperación a miles de familias jerezanas, también estamos inmersos en una enorme crisis de dignidad, de principios de clase y de consumismo por sistema sin importarnos la enorme tragedia humana en la que se encuentran los parados y sus familias. Situación que muchos la estamos padeciendo directamente en nuestro propio entorno.
Lamentablemente es muy fácil constatar cómo el alto valor de la solidaridad se está quedando relegado a su mínima expresión. Desgraciadamente ya casi nadie quiere saber nada de la situación de miseria en la que se encuentran inmersos los desposeídos sociales. Es época de locuras colectivas, fútbol, religión, temas “rosas” y diversiones en masa, que acompañadas de un posicionamiento servil de adoración al “becerro de oro” implica una total inhibición de nuestra arribista sociedad contra esta lacra social.
Este fariseísmo basado en la doble moral y practicado sin ningún pudor, trastorna la realidad de tal modo que parece ser que los trabajadores hemos llegado a confabularnos con nuestra insolidaridad con un sistema de defensa de cuanto se opone a nuestra propia emancipación. Los trabajadores es obvio que conformamos la doliente humanidad donde sistemáticamente a través de la historia siempre hemos sido engañados y reconducidos a la obediencia total o la inanición, lo que demuestra que no somos culpables sino víctimas inocentes.
En la época crucial que padecemos y vivimos (si vida puede llamarse al dolor y la desesperación en la que se encuentran las personas en paro) y ante la falta de no tener un salario mínimo para poder subsistir y cubrir sus necesidades cotidianas más perentorias, los que tenemos el enorme privilegio de poder trabajar junto a los trabajadores en paro y familiares, debemos exigir a los poderes públicos que cumplan con el mandato constitucional, decretando con prioridad absoluta medidas urgentes que repongan el sagrado derecho que a estas personas les asiste de tener un trabajo digno, exigiéndole al sector bancario y empresarial que en época de bonanza económica llenaron sus alforjas, a que parte de esos enormes beneficios se reinviertan en la creación de puestos de trabajo.
En situación de decadencia, hay que encender la antorcha sagrada de la justicia social y alumbrar a todos los sometidos por la tragedia del paro generador de todas las desigualdades de exclusión social. Hoy más que nunca hace falta decisión moral para romper los silencios y hacer llegar nuestras protestas ante esta inhumana situación de paro.

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