martes, 27 de septiembre de 2011

¿Gorrillas? No, gracias (por David)


Creo que a todo el mundo no hay cosa que le cabree más y que le ponga de peor genio que acabar de aparcar el coche y escuchar: “¿No tienes un eurito por ahí?”, o alguna de sus variantes tipo: “La voluntad caballero” o “Deme algo para comer”. Estoy de acuerdo en que muchos de los que pronuncian estas frases realmente tienen necesidad y es cierto que si les das un euro lo usarán para comprar comida, pero la mayoría de ellos lo invertirán en el siguiente colocón en cuanto tengan el dinero necesario para ello. Bien es cierto que Jerez no es una ciudad especialmente proclive a la existencia de “gorrillas” (exceptuando determinadas zonas del centro), pero sí que hay épocas del año en las que empiezan a salir de debajo de las piedras como la Feria del Caballo, Semana Santa, etc. Si ya es desesperante estar más de media hora dando vueltas para poder aparcar, más lo es si nada más bajarte del coche tienes al “gorrilla” de turno esperando su “eurito”. Un poco más de vigilancia no vendría mal.
Por lo que he leído el Ayuntamiento de Sevilla está dispuesto a eliminarlos a toda costa, ya que por allí proliferan por todas partes. La Policía podrá requisarles el dinero que hayan recaudado y aquellos que se declaren insolventes deberán hacer trabajos para la comunidad. Bajo mi punto de vista es una idea bastante buena. Pienso que nuestro gobierno municipal, del mismo partido que el sevillano, podría imitar esta solución. Ya pagamos suficientes impuestos de circulación, ORA, parkings y demás, para encima tener que pagar el euro de rigor a un delincuente que lo mismo te parte un retrovisor o te hace un rallón si no le pagas este "impuesto revolucionario".
Pero yo no solo quitaría a los “gorrillas” o “aparcas”. Me consta que hay una mafia detrás de muchos de los que se dedican a tocar el acordeón o el órgano por las terrazas de los bares, los cuales tienen que dar una gran parte de lo recaudado a un jefe bajo amenaza.
Lo mismo ocurre con la invasión de africanos que tenemos en nuestros semáforos. Educadamente te ofrecen los pañuelitos de papel, rosarios, ambientadores y diversos objetos, y si no les compras se conforman con que los saludes y les des la mano. Que estos señores no sean violentos no es óbice para justificar su posición en la calle. Aunque se coloquen chalecos reflectantes no es correcto que se pongan en medio de la calzada, ya que provocan un grave riesgo, tanto para ellos como para el conductor, entorpeciendo la normal circulación.
Tenemos miles de ejemplos como estos y no me gustaría dejar pasar a las chicas que venden flores en el botellódromo jerezano. Para mí, ejercen una profesión de alto riesgo, porque cuando el alcohol hace mella en los allí presentes, no sé como tienen valor de ofrecer su “mercancía”. Si los chicos dicen que no quieren flores no deben insistir en la venta porque demasiado prudentes son algunos y no las mandan allí de donde vienen.
Por todo ello, es mejor prohibir que seguir permitiendo estos atropellos, que al final solo sirven para llenar de dinero a las mafias y abusar de muchas personas. Sería deseable que las administraciones no hicieran la vista gorda y pudieran erradicar esta mendicidad reinsertando a todas estas personas en la normal vida de las ciudades, aunque en este momento dicho propósito sea casi imposible.

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